¡VAMOS DONDE RAÚL!
Uyyyy ¿quién no ha comida papa rellena?, ¿a quién no le
gusta?, una buena papa rellena envuelta
con ajisito picante puede resultar lo máximo, de tan solo imaginarlo se me hace
agua la boca.
Recordando las épocas de colegio pude acordarme que a la
salida del centro educativo dónde estudiaba vendían unas ricas hamburguesas,
súper grandes y súper sabrosas, todo el mundo hacía cola dónde Raúl, así
solíamos llamar al lugar, porque el señor que vendía dichos pansitos se llamaba
Raul. ¿Vamos dónde Raúl? Decíamos casi siempre después de clases.
Las colas eran inmensas pero no importaba, eran demasiado
ricas cómo para esperar 30 minutos, pero en esta ocasión no hablaremos de esas
ricas hamburguesas, aunque también ameritaría tratarlas quizás más adelante en
otra crónica. Esta vez hablaremos sobre las papitas rellenas de Raúl.
Casi para terminar mi último año en el colegio, Raúl empezó
a vender papas rellenas, apenas sacó las primeras al público, volaron
totalmente, así que tuve que probarlas al día siguiente. Cuándo las saboreé no
solo me gustaron si no que me encantaron, me volví una adicta, era un vicio
comer todos las semanas, yo y mi grupo de amigos éramos clientes potenciales.
Decidí entonces ir a su encuentro después de tanto tiempo; Raúl
seguía ahí, con un puestito más nuevo y unas silletitas de madera, ahora ya
tenía sillas. Lo saludé y le pedí una papa rellena. Él muy amenamente me saludo
con un abrazo, me preguntó que era de mí, y terminó con una frase que me causó
risa: Nunca dejarás mis papas. Jamás, le respondí.
Comprobé que el sabor estaba igual de siempre, seguía exquisito,
no había cambiado nada, y como es de costumbre pedí otra con todas las cremas
le dije. Mientras saboreaba mi rica papita le preguntaba a Raúl, si él era el
que preparaba todos sus menesteres, a lo que me respondió para sorpresa mía,
porque debo decir que pensé que me contestaría negativamente, pero me dijo sí,
que efectivamente él las preparaba, que su madre le enseñó a cocinar desde muy
pequeño y eso le sirvió para ahora forjar su pequeño negocio, que
indudablemente había mejorado.
Terminé mi segunda papa rellena, y cómo me gusta comer mucho
ya me estaba yendo por la tercera pero recordé que acaba de salir de una
infección estomacal y no podía excederme.
Amo la papa rellena de Raúl, y amo que se encuentre en el
mismo lugar de siempre. El Jr. Pacasmayo-San Martín de Porres seguirá
disfrutando de las deliciosos sabores a cargo de Raúl, y espero que se conserve
por siempre ahí, es imposible que nadie conozca ese puesto pues ha llegado a
formar parte de la vida escolar de los alumnos.
Si estás dispuesto a consentir tu paladar, date un salto por
ahí, y estoy segura que no te arrepentirás, saborearas las papitas rellenas de
huevito, carnesita, aceituna y un guisito muy agradable. Si hay mucha cola no
desesperes, lo que llegará después te recompensará.
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