jueves, 14 de junio de 2012


Buen Caldo

La hora es lo de menos, en el desayuno, en el almuerzo, en la cena, en la madrugada después de la fiesta, en el “calentao” del día siguiente, en cualquier momento el caldo de gallina cae bien y es bienvenido siempre.
Este tradicional plato siempre ha tenido una gran demanda y se ha convertido en el potaje que por su bajo costo está al alcance de todos. “Reconstituye las energías perdidas” aseguran muchos y es que es así es una sustancia revitalizante.

Al principio, los vendedores de este potaje de alguna manera se formalizaron y  acondicionaron un lugar en las esquinas de las zonas más humildes y bajo carpas de colores llamativos vendían el caldo de gallina. Sin embargo con el tiempo, gracias a la gran demanda se establecen los famosos locales generalmente ubicados a pocas cuadras de las discotecas, pubs, bares donde se vende caldo de gallina las 24 horas del día, expandiéndose así por varios distritos de la ciudad.

El caldo de gallina se inició vendiéndose  en carpas y por más que haya locales establecidos donde se haya añadido este  plato, hoy en día la gente sigue consumiendo caldo de gallina en carpas, quizá por la economía o por costumbre, pero el hecho es que sigue siendo en las carpas en  donde el caldo de gallina sabe mejor.

En la esquina del cruce de la Av.Tomás Valle con A. Gamarra, bajo una carpa color verde fosforescente, el señor Adolfo en compañía de su esposa Martiza y su hijo mayor reciben con una sonrisa muy particular a cada uno de sus clientes. De lunes a domingo salen a partir de las 6 pm.
El señor Adolfo me contó que llevan 7 años trabajando en ese lugar, que le va muy bien, gracias a Dios el negocio ha ido creciendo y  eso le ha permitido construir su casa poco a poco.  A pesar de tener competencia a pocas cuadras, su negocio es el preferido por los comensales.

Hace medio  año, mientras esperaba en el paradero en compañía de una amiga, el gran aviso” CALDO DE GALINA “con letras de colores  y el aroma que emanaba de esas grandes ollas llamó nuestra atención animándonos a probar ese caldito de gallina. 
Era la primera vez que comeríamos caldo de gallina en una carpa, pero el hambre pudo más y la idea no nos pareció mala, además se veía un lugar limpio por fuera y por dentro. Apenas entramos, la familia completa nos recibió con un gran saludo: ¡señoritas buenas noches, adelante, tomen asiento!

¿Con presa  o sin presa? Nos preguntó el señor Adolfo, el precio varía y determina lo que te tocará en el plato.
Sin presa, 5 soles,  con suerte y  te tocará un huesito para que no te quedes con las ganas de saborear la gallina y 8 soles con presa, quizá alita, pecho, pierna, pero con seguridad te toará alguna parte de la gallina  y eso sí,  sea con o sin presa viene acompañado  de cebollita china que le da ese  aroma tan peculiar, canchita serrana, huevo duro y limón al gusto.

En esas enormes ollas humeantes, las gallinas se cocinan junto a los largos fideos, los condimentos y  algunas cuantas papas amarillas, de toda esta mezcla sale ese aroma que más de uno reconoce y no duda en comprar.
Ese gran sabor de nuestro caldo de gallina, hace que sea uno de los platos preferidos por los peruanos, siempre estará esperándonos en alguna esquina, en carpas, locales, o carretillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario