Buen Caldo
La hora
es lo de menos, en el desayuno, en el almuerzo, en la cena, en la madrugada
después de la fiesta, en el “calentao” del día siguiente, en cualquier momento
el caldo de gallina cae bien y es bienvenido siempre.
Este
tradicional plato siempre ha tenido una gran demanda y se ha convertido en el
potaje que por su bajo costo está al alcance de todos. “Reconstituye las
energías perdidas” aseguran muchos y es que es así es una sustancia
revitalizante.
Al
principio, los vendedores de este potaje de alguna manera se formalizaron y acondicionaron un lugar en las esquinas de
las zonas más humildes y bajo carpas de colores llamativos vendían el caldo de
gallina. Sin embargo con el tiempo, gracias a la gran demanda se establecen los
famosos locales generalmente ubicados a pocas cuadras de las discotecas, pubs,
bares donde se vende caldo de gallina las 24 horas del día, expandiéndose así
por varios distritos de la ciudad.
El
caldo de gallina se inició vendiéndose en
carpas y por más que haya locales establecidos donde se haya añadido este plato, hoy en día la gente sigue consumiendo
caldo de gallina en carpas, quizá por la economía o por costumbre, pero el
hecho es que sigue siendo en las carpas en donde el caldo de gallina sabe mejor.
En la
esquina del cruce de la Av.Tomás Valle con A. Gamarra, bajo una carpa color
verde fosforescente, el señor Adolfo en compañía de su esposa Martiza y su hijo
mayor reciben con una sonrisa muy particular a cada uno de sus clientes. De
lunes a domingo salen a partir de las 6 pm.
El
señor Adolfo me contó que llevan 7 años trabajando en ese lugar, que le va muy
bien, gracias a Dios el negocio ha ido creciendo y eso le ha permitido construir su casa poco a
poco. A pesar de tener competencia a
pocas cuadras, su negocio es el preferido por los comensales.
Hace
medio año, mientras esperaba en el
paradero en compañía de una amiga, el gran aviso” CALDO DE GALINA “con letras
de colores y el aroma que emanaba de
esas grandes ollas llamó nuestra atención animándonos a probar ese caldito de
gallina.
Era la
primera vez que comeríamos caldo de gallina en una carpa, pero el hambre pudo
más y la idea no nos pareció mala, además se veía un lugar limpio por fuera y
por dentro. Apenas entramos, la familia completa nos recibió con un gran
saludo: ¡señoritas buenas noches, adelante, tomen asiento!
¿Con
presa o sin presa? Nos preguntó el señor
Adolfo, el precio varía y determina lo que te tocará en el plato.
Sin presa,
5 soles, con suerte y te tocará un huesito para que no te quedes
con las ganas de saborear la gallina y 8 soles con presa, quizá alita, pecho,
pierna, pero con seguridad te toará alguna parte de la gallina y eso sí, sea con o sin presa viene acompañado de cebollita china que le da ese aroma tan peculiar, canchita serrana, huevo
duro y limón al gusto.
En esas
enormes ollas humeantes, las gallinas se cocinan junto a los largos fideos, los
condimentos y algunas cuantas papas
amarillas, de toda esta mezcla sale ese aroma que más de uno reconoce y no duda
en comprar.
Ese
gran sabor de nuestro caldo de gallina, hace que sea uno de los platos
preferidos por los peruanos, siempre estará esperándonos en alguna esquina, en carpas,
locales, o carretillas.