Mamita, ¿papita con huevo lleva?
Perú es uno de los países en el mundo que puede presumir de variedad gastronómica, debido a la mezcla de culturas y recursos naturales. Las artes culinarias peruanas están en constante evolución y esto, sumado a la variedad de platos tradicionales, hace imposible establecer una lista completa de sus platos representativos, a esto se suman también los precios a los que podemos encontrar por cada plato. Y es que en el Perú desde tan solo un nuevo sol se puede probar delicias caseras como el tallarín rojo, chanfaina, ceviche, hígado, arroz chaufa entre otros. Pero definitivamente hay un plato o más bien un platito que con su sola unión llena de gusto y sabor a los que la comen, y si a eso se le agrega un complemento picante, tengamos por seguro que nos deja sin habla. Sí, es la famosa papa con huevo.
La encuentras en cualquier esquina limeña, en una carretilla blanca, y ahí una señora muy amable que te invita a comer. Al lado se encuentra su ayudante pelando las papas y los huevos calientitos. Muchas veces la veía cuando iba al mercado con mi mamá, pero distinta fue mi reacción cuando decidí probarla por primera vez.
Es así que me aventuré al mercado Nuevo Milenio en el distrito de Breña el cual delimita con Cercado de Lima, donde se encuentra mi casa. Llegué y lo primero que me sorprendió fue la cantidad de personas que se aglomeraban para comprar un plato, que cuesta desde un sol hasta los 3 soles. Algunos se sentaban en las banquitas improvisadas mientras que otros lo llevaban, como se dice comida al paso. Otra de las cosas que se observaba era la limpieza que guardaba el lugar pues se estigmatiza mucho a los carretilleros de ser sucios y descuidados con lo que preparan y venden, de ahí el precio que hace dudar a muchos. Me acerqué y educadamente la señora me dijo: ¿Mamita papita con huevo lleva?; yo le dije si seño. Me sirvió el más cómodo, el de un sol. Veía como cortaba la papa, el huevo, la sal y la crema que pedí en menos de dos minutos, tiempo controlado con el celular, y entendí que era por el ritmo de trabajo que la obligaba a ser así, la gente que come muchas veces son los comerciantes y trabajadores del mercado que están apurados para llegar a sus centros de trabajo.
Decidí no quedarme a comer ahí, pues el humo de los carros me quitaba el apetito, otro punto que desmotiva a la compra, pero que desde el punto de vista del vendedor es un excelente lugar estratégico.
Le pagué y me dirigía a mi casa probándome a mí misma que podía comer y caminar a la vez sin votar. Fue el recorrido más placentero de mi vida. Sentía como se deshacía la papa amarilla en mi boca y como el huevo mezclado con salsita huacatay se acoplaba perfectamente. Desde ese momento pensé, no es tan malo después todo, iré mas seguido donde la seño, al menos una vez por semana. Es así el comienzo de una relación con esa carretilla por mucho tiempo, o hasta que el tiempo de la universidad me lo permita.
A que quiero llegar con todo esto; a que en este país el que estigmatiza un plato como este es porque vive en la época de la colonia; no saber apreciar lo rico y barato que ofrece nuestro Perú es una perdida de tiempo y alienación; porque si en Estados Unidos existe el perro caliente (hot dog) el cual es el primero que queremos comer cuando viajamos para allá, porque no comer nuestra papa con huevo que es más saludable, nutritiva y que solo cuesta un solsito nada mas, de verdad que no se van a arrepentir, démosle a los carretilleros la oportunidad de prosperar y exigirse más por un mejor trato y producto. El Perú ya no es Lima y su mazamorra morada y suspiro a la limeña, el Perú es su gente trabajadora y pujante que busca salir adelante en lo que sea.
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